Lunes por la mañana. Antes de
tomar mi café enciendo la radio. Y escucho, con estupor, el nuevo desastre económico que afecta a los ciudadanos
de un pequeño país europeo, que, hasta el momento y en mi inocencia, imaginaba
como un paraíso de vacaciones ajeno al devenir constante de grandes sustos y
catástrofes económicas entre los que nos está tocando sobrevivir.
El hecho objetivo es que la
situación en Chipre era ya desde hace tiempo insostenible, aunque sea ahora
cuando haya saltado a la palestra. Sirva de reflexión la coincidencia de este País con un emplazamiento geopolítico muy
interesante desde siempre, a caballo entre Oriente y Occidente, con una estructura
bancaria desarrollada que se remonta al siglo XI, cuando ya en la isla había un
Banco Templario, y con, por último, unos
enormes depósitos de gas en su subsuelo. Tampoco conviene olvidar que en el
escenario ya entro Rusia a prestar dinero hace más de un año y que,
probablemente, sean muchos los intereses que están en juego, y que Chipre, si las cosas se pusieran mal
del todo, podría salir de la Orbita
europea y podría pasar a formar parte del círculo de influencia de Moscú.
En este momento son estas, y no otras, las cartas que mandan en la baraja.
Es evidente, como en otra partes,
la nefasta gestión que han hecho los
bancos del país, con inversiones tan catastróficas como sus cuantiosas
inversiones en activos como la deuda
Griega y su sobreexposición al
sector inmobiliario. De una economía de desarrollo floreciente desde el
2001 al 2008, al desencadenarse toda una serie de sucesos asociados con la
terrible crisis financiera global, incluidos las correspondientes bajadas de rating por parte de las agencias de
calificación, hemos pasado a una situación en la que el gobierno, para salvar a su sector financiero, se ve
obligado, tras ya unos años de ir "salvando las apariencias", a pedir
ahora el rescate a la troika formada por
la Unión Europea, el banco central europeo y el Fondo Monetario
Internacional.
El
importe propuesto por la Troika para prestar al gobierno de Chipre, 10.000
millones de Euros,
y que irá íntegramente a las arcas de las entidades financieras, parece poco en
el entorno Europeo, si recordamos que sólo Francia y Alemania se gastaron
ochenta veces más para rescatar a sus bancos, pero para Chipre es una cantidad
enorme, puesto que supone casi la mitad de su PIB. Pero eso no es suficiente, porque hacen falta en
total 17.000 millones, lo que supondría
ya disparar la deuda pública hasta un 193%, un nivel que se considera
completamente insostenible.
La
fórmula propuesta,
en este momento, es que el gobierno
chipriota aumente considerablemente su
recaudación fiscal, costeando parte de la recapitalización bancaria. El drama está servido: aunque el
ciudadano corriente no vea un duro, el gobierno de este país en quiebra se ve
obligado a contemplar medidas tan
brutales como la incautación de una parte de los depósitos bancarios,
saltándose el más elemental de los derechos sobre la propiedad privada.
Lo llaman rescate y a mí me suena,
no lo puedo evitar, a robo a mano armada.
El discurso de Merkel y sus asociados,
blandiendo la medida cual espada justiciera contra los "derrochadores" y las "mafias rusas", resulta escandalosamente demagógico, aunque se base en que
"la gran parte" del dinero depositado en las entidades chipriotas corresponde
a grandes y sucias fortunas. Las
generalizaciones son, al menos, odiosas.
Pienso en que, si pasara aquí en España, esta situación me afectaría a mí y a todos mis
conocidos. La situación sería muy difícil porque en este país hay mucha gente que tienen sus pocos ahorros
en depósitos porque no saben ya ni cómo ni cuándo invertirlos, ni en quien confiar
ni a quién consultar porque, entre
otras cosas, ya hace tiempo que dejaron de preguntar en el banco por "productos
recomendados", por si "las
preferentes". En Chipre, después de todo, no tiene por qué ser muy distinto.
El país entero debe de estar desolado.
Por otra parte, como
Trader ya intuía yo que, más tarde o más temprano,
iba a llegar la recogida de beneficios después de las anteriores semanas
alcistas, e incluso estaba posicionada correctamente para salir corriendo
del Mercado. Lo que no me imaginaba, ni por asomo, es que esa recogida fuera a
"coincidir" con una medida tan brutal contra los ahorros de ciudadanos
normales y corrientes que, en este momento, ya llevan años, como todos, sumergidos en una crisis de espanto.
Para colmo de las ironías la cotización de los índices bursátiles americanos y europeos
apenas ha rozado, en este momento, los soportes importantes. Ni siquiera se ha movido
el Euro más allá de lo esperado. Escusa
de los grandes para descanso en el camino... si es que el camino ha de seguir el
sentido actual en cada activo que eso, desde luego, no creo que lo dejen al
azar. Y menos, en estos momentos.
Dejémonos de tonterías. La banca europea tiene hambre, el sistema
financiero está feroz y los gobiernos, con sus déficits disparados, tampoco van
a dar tregua en su afán recaudatorio. De las decisiones que se tomen acerca
de Chipre en las reuniones en la cumbre de los Rusos y los Europeos dependen,
como ya he dicho, cosas muy importantes.
Mientras
tanto, hay que seguir con el negocio, y los bancos de los "países fuertes", entre los que incluyo
plazas tan "exóticas" o más que Chipre, estarán haciendo el agosto reclutando los fondos que huyen del miedo. Entre ellos
estarán incluidos, sin duda, los de los que tienen suficientes recursos como para
moverse con rapidez, independientemente de otros factores éticos, y que se
encuentran en este pequeño Chipre o en otros países en los que, aprovechando la coyuntura y para que nos sintamos"
afortunados", nos han anunciado ya que están pensando como meter mano a
nuestros ahorros en depósitos a base de impuestos.
La verdad es que dan ganas de
gastarse todo en mariscadas.